MARIA NAVASA
Pintora realista
Me piden que hable de mí como pintora ¡ardua labor!, tanto porque hablar de uno mismo es complicado, máxime cuando se trata de hacerlo ante desconocidos, como porque nunca se me había ocurrido considerarme pintora.
Ser pintora, como ser músico, bailarín, escultor, es ser artista y ser artista siempre ha sido para mí algo mágico e inalcanzable, personas especiales con un don. Por eso cuando me pidieron que hablara de mí como pintora, mi sorpresa fue la misma que si me hubieran pedido que les hablara del “sexo de los ángeles”.
Y es que mi relación con la pintura es reciente, soy una recién llegada al mundo del arte. Es verdad, que cuando era pequeña, la mejor forma de tenerme quieta era sentada delante de un papel con una caja de lápices de colores y que mis apuntes de la universidad están llenos de dibujos en los márgenes, pero nunca pensé que la pintura “en serio” fuera lo mío.
Ahora que he empezado a aprender este arte, sigue produciéndome el mismo respeto casi reverencial. Pero sólo, el hecho de ser aprendiz, me transporta cuando estoy delante del lienzo, me asusto cuando me enfrento al vacío de la blanca superficie, me sorprendo cuando, por fin, tras un ejercicio de voluntad, decido terminarlo y veo que he hecho lo que estaba segura de que no sabría hacer. A veces, tengo la sensación de que mi mano ha actuado de forma independiente y autónoma y entonces comprendo la magia del arte, tanto para quien lo realiza, como para el que lo mira.
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