Nací en un
pueblo pequeño, escondido en la Sierra del Segura, en la provincia de Albacete,
allí, los recursos disponibles para desarrollar una vocación artística eran
bastante reducidos. En mi caso consistían en lápices de colores y cuadernos de
papel por lo que a material se refiere y para aprendizaje teórico los libros de
texto de lo que ahora llaman “plástica”
y que entonces era sencillamente “dibujo”.
Los lápices
de colores y el dibujo fueron, durante mi infancia uno de mis “juguetes”
favoritos, así como los tebeos y comics, con los que me entretenía largos
ratos, más por observar sus ilustraciones que por las historietas que narraban.
Más tarde, ya en mi etapa universitaria, continuaba dibujando retratos de
familiares y amigos con lápices de colores.
Terminé la
licenciatura de farmacia, me inscribí en un curso de dibujo y pintura y obtuve
un diploma. Así empecé a pintar al óleo y a exponer tímidamente mis obras en mi
pueblo natal y en los municipios cercanos.
En 1995 hice
mi primera exposición individual en Albacete y recuerdo que una persona entró
en la sala y exclamó sorprendida, como si hubiese visto un dinosaurio:“¡eres
hiperrealista!”. Entonces empecé a pensar que había elegido un sendero difícil
en un momento poco propicio, lo cual, a decir verdad, no me importó demasiado.
Continué
haciendo algunas exposiciones en localidades de las provincias limítrofes,
Herencia (Ciudad Real) Villarta y Mota del Cuervo (Cuenca) y colectivas en
galerías de Castellón de la Plana (Galería Amaury) y Alicante (Sala de Arte
Aizkorri), además de otras individuales en Albacete.
Con la
llegada de internet me invitaron a exponer en la Bienal Internacional de Arte
Contemporáneo de Florencia y allí llegué sin otro aval que mis cuadros a pesar
de lo cual me concedieron la medalla Lorenzo El Magnífico y yo me sentí
agradecida a mis lápices de colores porque probablemente les debo a ellos que
mi pintura, desprovista de títulos importantes, currículo extenso, trofeos y
galardones, tuviese éxito y pudiese compartir espacio, sin complejos, con la de
otros artistas de todo el mundo.
Después de
Florencia he llevado mis cuadros a ferias de Madrid, Lérida, nuevamente a
Italia (Florencia, Montichiari) incluso a Nueva York.
Aunque no es
mi profesión siempre he pintado por amor a la pintura y por el placer de crear
y recrearme en ella, haciendo libremente lo que me gusta y de la manera que me
gusta. Aquí pueden ver algunas de mis obras y dejo que sean ellas las que
hablen de mí porque saben hacerlo mejor que yo y porque por ellas quiero que me
conozcan.
Isabel de Frías
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